La co-parentalidad o responsabilidad parental conjunta, implica compartir todas las obligaciones de la vida diaria de los menores: alimentación cuidado, atención, educación, formación en valores.
La co-parentalidad implica tener en cuenta el derecho de los menores a convivir habitualmente con ambos progenitores que les proporcionan tiempo de calidad y atienden, solidaria y conjuntamente, todas las obligaciones cotidianas y funciones y tareas de cuidado y crianza (alimentación, cuidado, educación, formación, vigilancia...), y socializan, educan, orientan, forman hábitos, y dirigen la conducta de los hijos, de tal modo que éstos puedan construir una relación sólida, íntima y equitativa con ambos progenitores (en prevención de trastornos emocionales infantiles y adultos).
Este modelo supone superar las figuras clásicas de los progenitores "custodio" y "no custodio" o "visitante" (porque tiene derecho a visitas) y el desequilibrio que se produce entre ambos a los ojos de los hijos que sufrían la ausencia permanente y progresiva de uno de los progenitores y que poco a poco minaba la capacidad parental del progenitor no custodio (y se acentuaban los conflictos).
El modelo de co-parentalidad posibilita que los hijos no queden anclados en conflictos de lealtades en los que, para mantener al menos una fuente de apego, optan por alinearse con un progenitor frente al otro (con lo que se aliena su derecho a disfrutar y disponer de ambos progenitores).